“La niña no está muerta, está dormida.”

“Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo.”

“Nadie echa vino nuevo en odres viejos.”

“Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”

“Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto.”

“¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios?”

“Señor, ¡sálvanos que perecemos!”

“Maestro, te seguiré adonde quiera que vayas.”

“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”

“Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.”

“Alégrense conmigo, porque encontré a la oveja que se me había perdido.”

“Un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.”

“Así que por sus frutos los conocerán.”

“Juan es su nombre.”

“No juzguen y no serán juzgados.”

“Levantando la mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias.”

“No pueden ustedes servir a Dios y al dinero.”

“Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón.”

“Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.”

“Cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre.”

“Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.”

“Pero yo les digo: no hagan resistencia al hombre malo.”

“Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando.”

“Digan simplemente sí, cuando sea sí, y no cuando sea no.”

“Han oído que se dijo a los antiguos: no cometerás adulterio.”