“Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras.”

“Maestro ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”

“Muchos son los llamados y pocos los escogidos.”

“Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo.”

“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entré en el Reino de los cielos.”

“¿Qué cosas buenas tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?”

“¿Piensan acaso que he venido a traer la paz al mundo? De ningún modo.”

“Dejen a los niños y nos les impidan que se acerquen a mí.”

“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”

“Si mi hermano me ofende ¿Cuántas veces debo perdonarlo?”

“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos.”

“¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”

“Saca el primer mes que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por tí.”

“Donde está su tesoro, ahí estará su corazón.”

“El Reino de los cielos será semejante a diez vírgenes.”

“¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida?”

“Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?

“Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo.”

“Ánimo, soy yo, no tengan miedo.”

“No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados.”

“¿Qué haré, porque ya no tengo dónde almacenar la cosecha?”

“Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.”

“Jesús les dijo: Un profeta no es más despreciado más que en su patria y en su casa.”

“El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar.”

“El Reino de los cielos se parece a un comerciante en perlas finas.”