“Está escrito: mi casa es casa de oración.”

“Si en este día tú comprendieras lo que conduce a la paz.”

“Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas.”

“Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es el hijo de Abraham.”

“Jesús le dijo: recobra la vista; tu fe te ha salvado.”

“Verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad.”

“Hazme justicia contra mi adversario.”

“Quien intente conservar su vida, la perderá.”

“¿Cuándo llegará el Reino de Dios.”

“¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.”

“No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.”

“Señor, auméntanos la fe.”

“Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre.”

“Yo les aseguro que esa viuda pobre ha echado en la alcancía más que todos.”

“Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.”

“Deja las noventa y nueve en el campo y se va en busca de la que se le perdió.”

“El que no renuncie a mis bienes, no puede ser discípulo mío.”

“Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios.”

“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos.”

“Amarás al Señor, Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.”

“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.”

“Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía.”

“Esfuércense por entrar en la puerta, que es estrecha.”

“¿A qué se parece el Reino de Dios?”